No estoy acostumbrado a escribir de forma relajada. Siempre suelo tener algo que me impulsa a lanzar letras de mis dedos. Es como una libre asociación de palabras que quieren estar juntas sobre un papel.
Hay veces que tengo cosas que decir, pero no las digo, pues no tengo ganas de escribir, o no sé cómo expresarlo.
De repente escribo y escribo, con una falta de inspiración tremenda, y veo lo simple de todo y lo borro.
Ayer salí con un chico. Es uno nuevo, con el que me decidí a decirle que saliésemos por Santiago a tomarnos algo. Un café, un jugo. Luego sushi y una ensalada para mí. Una noche relajada, en medio del invierno santiaguino que no se deja ver del todo frío.
Hay veces que tengo cosas que decir, pero no las digo, pues no tengo ganas de escribir, o no sé cómo expresarlo.
De repente escribo y escribo, con una falta de inspiración tremenda, y veo lo simple de todo y lo borro.
Ayer salí con un chico. Es uno nuevo, con el que me decidí a decirle que saliésemos por Santiago a tomarnos algo. Un café, un jugo. Luego sushi y una ensalada para mí. Una noche relajada, en medio del invierno santiaguino que no se deja ver del todo frío.
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