jueves, 6 de agosto de 2009

En Rio con lluvia

En Rio, con lluvia, en un departamento en donde quizás no quiero estar, pero acá en el paraíso, con gente que no es exactamente la más apropiada. Esperando que la vida cambie un poco las condiciones de este viaje. El tiempo dirá que cosa sucederá.

Esta segunda venida a Rio de Janeiro, ha sido totalmente diferente a la primera. Ahora es invierno, ya no hay tanto turista como antes. Tampoco está lleno de fiestas por doquier, no tengo internet en el departamento, la compañía no es buena, tengo muy poco dinero, mucha hambre y no tanto ánimo de hacer tantas cosas. El movimiento no llega como en verano, y la temporada hace que el sol se oculte muy temprano.

Aún no son ni las nueve de la noche, y el sueño ya me ha asaltado hace mucho tiempo. Me tienta con la tranquilidad de una cama, el abrigo y la calma de lo que me depara Morfeo.

Llueve y llueve en Rio. El sonido del agua cayendo en el balcón, es como una catarata que rompe en las baldosas que en la mañana, cono de costumbre, recibían la luz del sol cálido del verano brasilero.

Llueve y me acuerdo de los días de lluvia en Santiago, en mi casa, en el auto, en mi bicicleta, en los techos en donde me refugié, y en las gotas que también me tocó recibir muchas veces entre la universidad y el paradero, y en otros muchos recorridos por la ciudad. Debajo de un paragua, y no sólo bajo un techo seguro. Con los pies mojados y con la esperanza de llegar pronto a casa.

Momentos como los de lluvia, son tan poco frecuentes, que son difícilmente olvidables. Que lluvia en Rio ya me había tocado, no es la primera vez que me sucede esto. Se podría decir que es la segunda que me sorprende, pero es la primera que vivo en invierno.

Y sigo, no sé lo que hago por estos lados de Sudamérica. Quizás, como diría Raúl, si hubiera jugado mejor las cartas, estaría haciendo otras cosas, o estaría en otro lado. Al fin y al cabo, cuáles son mis intereses y objetivos de vida? Acaso no quiero vivir nuevas experiencias, sobreponerme a nuevos problemas, superar diversas cuestiones de la vida. Ahora estoy en búsqueda del mundo, viendo lo que sucede en otras partes, y como se siente el hacer algo que necesitaría mucha más planificación de la que en realidad le dediqué. Ha sido algo loco que nunca lo pensé hacer con anterioridad.

Casi que en un reconto un tanto pobre, sigo contando el principio.

Pues qué hago en Rio. La historia es simple, un amigo me compró el ticket de avión, y no me pude negar. Pero ¿qué clase de amigo regala un ticket de avión? Y la frase de “nada en la vida es grátis” me viene a la mente. La aceptación del regalo, viene con la implícita obligación de fidelidad a la compañía y de la renuncia a la libertad. Pero como lo implícito no me agrada, ni lo acepto como cierto, simplemente no firmé ni firmaré ese contrato, y haré lo que quiera, pues aún tengo esa libertad que nunca me ha abandonado. Nunca firmé ningún contrato ni tengo que ceptar algo que nunca se dijo. Yo hago y haré lo correcto.

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