Queda una hora para embarcar, y en mi memoria están todos los momentos que viví en esta ciudad maravillosa. Rio de Janeiro ha sido un hogar inolvidable durante este año. Es raro el volver tantas veces. Son sólo dos, pero es raro el tener la oportunidad de hacerlo tantas veces. Rio tiene una música que la hace inolvidable. Un sonido a carioca, a flora verde y fértil, a gente feliz, a playa y deportes, a pasión y un sentimiento que solamente se puede sentir con la viseras. Rio es una de mis ciudades favoritas, y siempre que la dejo es con lágrimas en mis ojos. Lamento el tener que irme de nuevo, el dejar esta ciudad no es más que una muerte repentina, que una vida no puede aguantar. Una vida eterna en Rio no sería tan terrenal. He dicho a los cariocas conocidos, que de repente no es tan bueno el conocer el paraíso, pues el resto parecerá infierno. El infierno no es Santiago, ni otra ciudad; el infierno es estar lejos de tanto movimiento, de tanta fiesta, de tanta felicidad. Hasta los menos agraciados tienen una felicidad en Rio. La vida es tan diferente por estos lares.
Ahora mirando a Santiago, recuerdo lo agradable que es tener una vida agradable, tranquila, armada y estable. La estabilidad de Santiago la dejaría por cualquier aventura, por cualquier emoción que destruya mi vida, mi corazón y mi alma. Masoquista puedo ser, y creo que en gran parte lo soy. Tengo ganas de llorar, pero mi inconsciente sabe que soy fuerte y que nada haré al respecto.
Santiago, con sonido a lluvia, olor a frio, y luz de invierno. Dejo el calor del trópico, de la gente y la felicidad, para volver a lo que llamo realidad. Será realmente esa mi realidad? Siempre que dejo Rio digo que no volveré, pues mucho la quiero. Ha sido como el joven que he ligado en Botafogo. Lo quise mucho, eliminó mi soledad, pero lo dejé, huí de él. La compañía no era tan real como la realidad a la cual quiero aspirar. Yo sabía que no iba a durar para siempre; y creo que no duraría aunque me quedará en Rio para siempre. Quise decidir yo antes de que el tiempo hablara por todos. El tiempo, el destino, el futuro no es el que decide por mí, soy yo el que aprieta el botón que lleva a una u otra alternativa.
Estoy feliz de haber venido a Rio de nuevo, y es cierto que la segunda vez no es tan buena como los recuerdos de la primera; pero al mismo tiempo siento que la segunda vez fue mejor que la primera. Siento que no hice mucho, recorrí poco, pero descansé bastante. Sólo playa, un par de fiestas y nada más. Pero Rio es solamente eso: playa, fiestas, deportes y gente feliz. Rio es un paraíso para disfrutar, no es para trabajar ni morar.
Quiero volver por mucho tiempo. Pero ¿qué es volver?, ¿volver es quedarse para siempre?, ¿es “hasta que la muerte nos separe”? No sé. Pienso que más que un concepto, es una sensación dentro de uno, una calma que se siente dentro. Es llegar de nuevo sin tener retorno, es una entrega de la libertad a un lugar que no es cotidiano. Dar la libertad de la salida, a cambio de la eterna estadía. ¿Alguna vez volveré hasta la muerte? Creo que muchas preguntas, en mí no tienen respuesta. Tampoco sé si preciso de una respuesta. Cómo todo científico, el personaje que soy yo, precisa satisfacer cada pregunta dándole una respuesta definitiva. Mas creo que es una simple onda de ir y de venir pensamientos que finalmente no llegan a mayor profundización. Es simplemente un vómito de palabras con algo de sentido y sonido profundo, que en realidad nada significan.
Ahora que me voy, el tiempo no pasa volando. No me gusta esperar, no me gusta vivir en el futuro. No me gusta el estar pendiente de lo que sucederá en vez de estar pendiente de lo que estoy viviendo. Debería de gozar el olor diferente del aire acondicionado del aeropuerto, el raro color del cielo fuera de las ventanas de la zona de embarque, la pista de aterrizaje vacía y las mangas desconectadas de cualquier avión que podría estar. Vivir el presente, cuando el presente representa lo que es el futuro, es difícil. Siento que el ahora es una extensión de lo que pasará después, y claro que lo es.
No me gusta vivir en un mundo que vive desde el mañana.
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